miércoles, 21 de abril de 2010

De principio y final

Dicen que al principio todo fue silencio. Y vacío. Yo digo que no fue el principio, sino solamente una pausa entre un final y un principio. La luz nuevamente lo llenó todo y los astros comenzaron su danza de la eternidad esperando a que la otra eternidad llegase y así sucesivamente hacia pasado y futuro, y los otros tiempos que se rompen en mil vértices. Durante estas eternidades millones de cosas pasaron o simplemente no ocurrieron, millones de seres nacieron, vivieron y murieron, otros no lo lograron. El amor y el odio lucharon como han solido hacerlo durante todas las eternidades, siempre ganó uno u otro, y ambos se dieron fraternales abrazos, se elogiaron y se pidieron disculpas mutuamente en los breves momentos en que se encontraron en un justo medio.

En los planos terrenales, seres encontraron sus caminos y los recorrieron mientras les fue posible. Unas civilizaciones lograron realizarse y reintegrarse al Todo, alcanzando la evolución y perfeccionando la geometría del universo. Otras simplemente se entregaron a la inmediatez y se perdieron en ella, con su involución también perfeccionaron la geometría del universo, que requiere siempre un contrapeso para no crecer demasiado.
La izquierda y la derecha se atacaron una a la otra, pero también se consolaron mutuamente, juntas destruyeron lo indestructible y construyeron lo inimaginable, mataron y sanaron y, con tanta justicia como les fue posible, encontraron su propio punto de equilibrio y lograron descubrirse entre su gran diferencia como un espejo.
Dicen que al final todo será oscuridad. Yo creo que solo será un respiro para todo eso que se va.
Para empezar de nuevo.

Mientras nosotros estamos absortos en nuestro mundo finito y limitado de sufrimiento, donde no se ve más allá.

lunes, 19 de abril de 2010

Ego y Orgullo

Ella se mira al espejo por horas, fascinada por su propia belleza y tal vez hastiada por la misma; piensa que le ha traído más problemas que alegrías pero no puede dejar de mirarse. Espera.

Él prefiere volcar su pequeña autodestrucción en fumar un cigarrillo y contemplar la evolución amorfa del humo que despide. Espera, eso es indudable pero con una paciencia estoica, más parecida la de una roca que a la de una persona.

Ambos imaginan por un instante el martirio que el otro pasa. El propio siempre es el que vale más.

Ella respira profundo cuatro, tal vez cinco veces. Se siente liberada pero con un nudo de vacío en la boca del estómago. Se muerde el labio mientras piensa si él también pensará en ella. Descarta la idea por improbable.

Él aprieta la mandíbula y juega con los fósforos, busca descifrar en el enigma del fuego los ojos de ella y a su vez, su pensamiento. Abandona el intento por absurdo.

Ambos buscan refugio de sus propias mentes.

Ella trata de leer y concentrarse inútilmente en las palabras sueltas y cargadas de coincidencia que el libro arroja hacia su vista.

Él contrae su atención hacia sí mismo, buscando escapar de los pensamientos que lo abruman.

Ambos voltean al cielo y sus miradas tropiezan con el vuelo algún ave, y desean en lo profundo que el otro sepa lo que piensan.

Ella cierra el libro fastidiada y decidida a ir afuera y sacarlo de una vez por todas de su mente.

Él se levanta y toma su guitarra, determinado a no volver a confiar en una musa.

Ambos dudan un segundo, estropeando en subconsciente sus decretos de evasiva.


domingo, 4 de abril de 2010

El zafiro

Hubo una vez un bandido loco que nada tenia mas que un bastón, y las pocas pertenencias sin valor que colectaba eran piedras a la tierra robadas, que resplandecían como tesoros verdaderos, y como tesoros verdaderos las guardaba. Una vez en su camino tropezó con un zafiro que a gritos le pedía ser recogido, -sabes- le dijo -me siento tan sola aquí, me faltan amigos reales, todo parece artificial en mi mundo, llevo varada una eternidad, necesito piedras comunes para saber que estoy viva.
Era ciertamente hermosa aquella piedra y un loco, que solo sabía de piedras comunes y de andar por largos caminos, se sintió conmovido, y enamorado. Se inclinó de inmediato para rescatar al zafiro pero este estaba afianzado al una piedra mas grande. Trato entonces de sacarlo con un golpe de su bastón pero antes de eso le detuvo -¡No! tu golpe brutal me puede quebrar, soy frágil como el cristal y a esta piedra pertenezco, así que debes ser sensible y cavar hasta que encuentres la pieza completa de lo que soy y me lleves contigo para siempre.
El loco paso los días excavando para sacarlo y entre mas profundas conocía las raíces del zafiro, mas de éste se enamoraba. Pasaba sus noches contándole aventuras y sueños, y prometiéndole caminos llenos de novedad y belleza.
Al no tener herramientas, usó el bastón para cavar y las demás piedras que parecían poca cosa frente a una realmente preciosa, fueron también herramienta ante la tarea de fuerza, cuñas para empujar la piedra que se empezaba a revelar enorme. Los días pasaban con el sol a la espalda y las noches en vela fueron eternamente heladas; sus rodillas dolían y sus dedos sangraban pero el zafiro y su belleza le llenaban de esperanza.
Al paso de los días las otras piedras cedieron, la dureza del zafiro las desmoronaba, el baston de madera, compañero de andanza, con el tiempo se deshizo.
Al final acabo cavando con sus propias manos. Llego el día en que la piedra completa se vio liberada y ese mismo día quizo cargarla a su espalda para comenzar la jornada pero una vez mas le detuvo -en este tiempo de conocerte, te he descubierto, tu eres un bandido y me quieres tan solo por la apariencia con que me conociste, aléjate de mí, eres vulgar como el resto.
Y hallóse el bandido una vez más solo, con las manos vacías, destruidas y enmedio de un camino que nunca antes le había parecido tan árido y desolado.

martes, 30 de marzo de 2010

Las batallas del final

*texto del audio

.el dinero se pudrió, y el que no, fue combustible o lastre;
en el velo de ficción se le olvidó

.suplicantes hasta el fin, falsos santos guiaron sus rebaños,
hacia el centro mismo de la confusión

.delirando en un festín, encontraron fin paria y magnate
amarrados a su inútil condición.

.disfrazados de arlequín, los monarcas fueron apedreados
con la furia de su ejército servil

.y volvieron a pedir las migajas que antes desdeñaron
...esas fueron las batallas del final
...esas fueron las batallas del final

lunes, 29 de marzo de 2010

Espera

A veces crees que toda espera es por algo en concreto, y hasta te haces ilusiones de que cuando ocurra cierto evento las cosas van a cambiar y lo que causaba dolor va a desaparecer y los días vacíos van a llenarse de lo que sea, que no tienes ni idea de qué es, pero los llenará. Durante la espera, lo único que se llena es tu cabeza de conjeturas y escenarios, de distintas posiblilidades de miles de cosas que pueden ocurrir. O no...

Mientras tanto las oportunidades se pasan frente a tus ojos y merodean entre tus dedos sin que te decidas a cerrar el puño y tomarlas, se aburren pronto y desaparecen; aún de vez en cuando te visita alguna, con la esperanza de que hayas despertado. No es así. Tu mirada sigue perdida en aquel posible futuro lleno de perfección y felicidad que te inventaste para evadir la abrumadora o aburrida realidad que te rodea.

Lo patético ocurre cuando llega aquel momento tan esperado en el que hemos depositado tantas ilusiones y tanta fe. No pasó nada, nada cambió; peor aún, ni si quiera estás seguro de que algo pasó. Sólo se trató de una larga, larga espera ¿hacia qué?...

Un poco de vino para olvidar.


Eso que piensas que te va a liberar, te ata a una espera esclavizante. Actúa ahora y que venga lo que sea.

viernes, 26 de marzo de 2010

Una probada

Déjame compartir contigo una probada de mi mundo; mostrarte la sutileza entre instantes y segundos.
Deja que mis acordes te acaricien y te lleven de la mano hacia bosques subterráneos; donde la brisa es tormenta, bien y mal se funden juntos.
Déjate seducir por el canto de sirena que te invita a lo profundo; el salón de los espejos nos mostrará desnudos; balde helado de verdades y el renacer de este mundo.
El camino hacia la luz es inmensamente oscuro.
Los polares antagónicos convergen en algún punto.
Dos caminos se acompañan pero sólo hasta lo justo.
Carbón y diamante es lo mismo aunque se miren distintos: utilidad y belleza, austeridad y opulencia, la pasión y la templanza; el carbón al rojo vivo y el diamante en su pureza.
El veneno que asesina, salva en su dosis correcta.
Déjame pues, que te abrace aunque sea por un momento; sin pretender perpetuar lo que sabemos finito.
Déjame oir tus sueños e imaginar que son míos; contemplemos lado a lado atardeceres de fuego, paisajes de ensueño, los tiempos enrarecidos.
Deja las cosas fluir en el momento oportuno.
Derrumbemos a Babel para instaurar lo que es puro.
Afiancemos nuestras manos y recorramos la senda sin temor a despedidas, pues en el fondo sabemos que al final, volveremos a ser uno.

El equilibrio es el punto de fuga del eterno respirar del universo.

miércoles, 16 de diciembre de 2009

La primera subversión del purgatorio

A diario me levanto, me aseo, me visto y desayuno, tal como todos lo hacen. Mi casa es diferente cada vez. Siempre despierto a la misma hora, invariablemente solo y en un lugar desconocido y cada día más grande. Por instinto siempre busco a alguien a mi lado. Vacuidad. Comienza la caminata para encontrar la ducha, a veces largos pasillos, otras, amplios espacios abiertos; me es indiferente, solo busco lo que necesito. Abrir un guardarropa y elegir entre los absurdos gustos de alguien más, de talla idéntica a la mía. Abrir una alacena y comer lo que haya. Incípido. Al perder gradualmente mi capacidad de asombro, amplifico el tamaño de mi prisión. Tomo llaves y cartera. Salgo sin prisa y miro el número antes de irme, no hay nada alterable en los horarios de trabajo. Tal vez mi mirada se encuentra con la de algún vecino. No nos saludamos; las miradas son las del condenado a vida, no hay dolor o alegría que conmueva genuinamente nuestros corazones. Preferimos mirar hacia los zapatos, que tienen mayor mérito de nuestros actos que la propia voluntad. Nos dirigimos hacia el trabajo, que es el mismo, mas no uno en específico. Tal vez no nos volvamos a ver.

A veces le encuentro en un café o en un cine, a veces en una oficina o un parque, a veces es un hombre, a veces una mujer, no importa. Siempre le encuentro. No le conozco pero sé que es el indicado cuando lo veo por vez primera. Me acerco y le pregunto la hora, los últimos meses preguntar la hora ha sido el motivo para acercarme, realmente no me interesa cambiar eso, siempre funciona. El ingenuo me responde algo a lo que no pongo atención, mejor busco algún detalle en su apariencia para hacer un comentario a veces halagador, a veces desafiante; el cambio de procedimiento obedece más al hastío total que a la búsqueda de algo nuevo. Pues nada aquí lo es.
Debo mantenerle junto a mí, sé que no tiene algo más qué hacer, sé que acaba de llegar y que todo le es nuevo. Su distracción es mi aliada y su ignorancia mi cómplice. Siempre hay un pretexto para seguir juntos, el secreto está en evadir los silencios, le permito hablar y hablo siempre que calla. Digo cosas que le humillan y le hieren. No tiene a nadie más, así que no le queda otra opción más que tolerar. Todos son tímidos al principio. Le hago reír y finjo reír también. Luego, movimiento; no permanecer en el mismo lugar, caminar mientras se platica. Encontramos un lugar para estar un rato. Hablar más, reír más, humillar más, embaucar más. A la hora del almuerzo hay un lugar cerca, en todos lados. Me busco en los bolsillos, yo invito. Siemre hay mucho dinero que no es mío. Movimiento de nuevo, más palabras vacías, no sé si las suyas tienen algo, las mías sólo siembran las respuestas que quiero obtener. Movilidad y estatismo. Comida y dinero ajeno. Palabras y risas falsas. Al atardecer llega un beso, o unas palmadas amigables si se trata de un hombre. Ganar más confianza y embaucar más. Para la cena ya está en mis manos. No quiero, pero debo. Hoy fue una mujer jóven. Caminamos hacia el puente, las escasas parejas que nos encontramos iban hacia lugares diferentes pero hacia un mismo fin. No los miro. Ya era casi media noche cuando vino la hora de silencio. Fue después de un beso. Contemplamos el mar púrpura que se extendía frente a nosotros iluminado por el astro de la noche. Me puse detrás de ella y le susurré al oído -se que lo has pasado mal, pero ya termina. Dio la vuelta y me miró con una intriga temerosa. En el fondo todos saben de qué se trata. La tomé del cuello y la estrangulé durante dos eternos minutos de mirar mis ojos en su rostro desesperado y agonizante. Sé que soy yo.
Hoy regresé a casa y escribí esto, que pasa a diario. Pero hoy es diferente porque en vez de dormir y olvidarlo en algún lugar de esta casa, que mañana será otra más grande y diferente; salí a caminar para aventarlo bajo tu puerta. No sé quién eres, no sé si mañana serás víctima o verdugo. No sé si ya comprendes en qué proceso estás o qué significa esto y por qué se repite. Hoy lo he comprendido yo, y te aconsejo algo: no salgas de casa.