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viernes, 31 de diciembre de 2010

Carta suicida

Tomaste mi sueño y lo destruiste.
Me hiciste creer tu mentira. Me hiciste alimentar tu mentira.
Me lastimaste hasta hacerme insensible.
Me corrompiste y me pusiste en contra de lo que soy. Hasta que me odié.
Entonces me sentí sucio y usado. Y destruí.
Me dijiste que esto era humanidad, pero era otra cosa que de humanidad no tenía nada.
Y me quedé callado.
Me hiciste creer que tú eras Dios.
Tú me creaste a tu imágen y semejanza.
¿Por qué te sorprende entonces que no te tenga un poco de piedad?


































Lo incompleto será completado
lo torcido será enderezado
lo vacío será colmado
lo viejo será renovado.
Quien tiene poco, recibirá
quien tiene mucho, perderá.
-TAO-

domingo, 12 de septiembre de 2010

Errático

Se valora la brisa más sutil en la hora más hostil de la jornada.
La alborada muestra todo ante los ojos que han sufrido oscuridad.
La verdad destruye cruel templos enteros cimentados en falacias;
y es el hambre regresando la delicia a aquel bocado que hace tiempo desdeñabas.
La memoria se disuelve ante lo inmenso que te arrastra de regreso;
es el TODO reclamando la energía que fue prestada por un tiempo.

Olvidado en el camino aquel mensaje que portasen orgullosos;
es motivo hoy de frustración desconocida, de innombrables deseos insatisfechos
que te impulsan a buscarlos sin sentido. Perdido.
Errando entre hilarantes carcajadas y un torrente de lágrimas amargas
que se vierten finalmente ante lo absurdo de ese lastre cotidiano que te traga.

viernes, 27 de agosto de 2010

Débil y rabioso

Lo único que necesita el que se ahoga es un respiro, lo único que quiere el hambriento es un pan. Ambos tienen negada su necesidad, exaltada su miseria, esperan con los brazos extendidos al cielo, como si algo allá arriba fuese a responder. Pero no hay tal cosa, no hay arriba y no hay respuesta. No hay Dios, no hay esperanza.
Cobijas heladas y sol que no calienta al que ofrece. Rechazo siempre al final del camino. Caminos que se pierden entre la maleza. Eternamente rodeado de nadie. A veces crees haber encontrado el camino correcto y lo sigues hasta donde te permite, en el fondo sabes que es imposible tu salida. O tu acceso. Ya no recuerdas qué es lo que buscas exactamente, si es que buscabas algo. De pronto estás frente a un muro que se alza más allá de donde se puede ver o frente a un espejo que te muestra lo patético que eres. Es brutal, y te dan ganas de escupirle a ese pusilánime reflejo que da asco, pero te falta fuerza para cambiarlo, te falta valor para destruirlo y aún si así fuese, en el fondo sabes que sigues siendo tú mismo. Y eso no tiene vuelta.
Te odias entonces y quieres destruir, destruirte. Estás ardiendo de rabia por dentro pero tienes frío y hambre por fuera, y también te falta el aire. Débil y rabioso. ¿dónde está tu Dios?,
¿dónde está tu fuerza?. Inconscientemente volteas arriba para recibir una respuesta pero no hay tal cosa, no hay arriba y no hay respuesta. Y lo sabes. Sólo hay vacío...
Y tú mismo.

miércoles, 21 de julio de 2010

Encierro

Me es tan familiar esa sensación de vacío, de frío permanente...

Recuerdo que antes temblaba buscando algo de calor y resolvía intrincados laberintos de cabello; ahora sólo recuerdo que lo hacía, pero no logro remitir la sensación precisa. Mentiría si dijese que me duele o me entristece; esas emociones son ya demasiado intensas para poder sentirlas, las he perdido; han dejado lugar a la indiferencia que es más cruel, pero serena.
A veces me pregunto qué es esa masa helada dentro de mi pecho y por qué no se detiene de una vez; algunas de esas veces obtengo una respuesta que no logro escuchar bien; el ruido dentro de mi cabeza no me deja. El ruido dentro de mi cabeza me mantiene hipnotizado; medio dormido en el día y medio despierto de noche.
Tenía mis distracciones para hacer más llevadero el resto del encierro. Buscaba su mirada en otras, buscaba precisamente esa mirada. No la encontré porque no había otras y si las hubo, no las ví. No me importó. Con el tiempo aprendí a dejar de buscar lo que ya no se puede encontrar y aprendí a mirar hacia el horizonte, donde no se alcanza a ver más, porque no hay tal cosa como un horizonte en un encierro.
Noté cómo poco a poco me iba haciendo de piedra y destruía lo que creía tocar suavemente; el frío me hacía de piedra y no lo detuve cuando pude. Así destruí todo mi entorno.
Llamé a mis musas pero ya no quieren inspirar, están apáticas y tumbadas en un rincón oscuro, como esperando ser rescatadas... y mi espada, está rota por intentar derribar las columnas que terminaron cayendo y sellando la salida.
Fui elocuente y abstracto; lastimé con la elocuencia y confundí con la abstracción. Ante eso, no me queda nada, porque es naturaleza de la roca la aspereza, del frío la distancia y de mí, la soledad.


Con la ínfima luz que se cuela entre las rocas, me acerco al rincón donde yacen mis musas, buscando consolarlas, pero en el suelo sólo hay sangre... y plumas blancas.

lunes, 19 de abril de 2010

Ego y Orgullo

Ella se mira al espejo por horas, fascinada por su propia belleza y tal vez hastiada por la misma; piensa que le ha traído más problemas que alegrías pero no puede dejar de mirarse. Espera.

Él prefiere volcar su pequeña autodestrucción en fumar un cigarrillo y contemplar la evolución amorfa del humo que despide. Espera, eso es indudable pero con una paciencia estoica, más parecida la de una roca que a la de una persona.

Ambos imaginan por un instante el martirio que el otro pasa. El propio siempre es el que vale más.

Ella respira profundo cuatro, tal vez cinco veces. Se siente liberada pero con un nudo de vacío en la boca del estómago. Se muerde el labio mientras piensa si él también pensará en ella. Descarta la idea por improbable.

Él aprieta la mandíbula y juega con los fósforos, busca descifrar en el enigma del fuego los ojos de ella y a su vez, su pensamiento. Abandona el intento por absurdo.

Ambos buscan refugio de sus propias mentes.

Ella trata de leer y concentrarse inútilmente en las palabras sueltas y cargadas de coincidencia que el libro arroja hacia su vista.

Él contrae su atención hacia sí mismo, buscando escapar de los pensamientos que lo abruman.

Ambos voltean al cielo y sus miradas tropiezan con el vuelo algún ave, y desean en lo profundo que el otro sepa lo que piensan.

Ella cierra el libro fastidiada y decidida a ir afuera y sacarlo de una vez por todas de su mente.

Él se levanta y toma su guitarra, determinado a no volver a confiar en una musa.

Ambos dudan un segundo, estropeando en subconsciente sus decretos de evasiva.


lunes, 29 de marzo de 2010

Espera

A veces crees que toda espera es por algo en concreto, y hasta te haces ilusiones de que cuando ocurra cierto evento las cosas van a cambiar y lo que causaba dolor va a desaparecer y los días vacíos van a llenarse de lo que sea, que no tienes ni idea de qué es, pero los llenará. Durante la espera, lo único que se llena es tu cabeza de conjeturas y escenarios, de distintas posiblilidades de miles de cosas que pueden ocurrir. O no...

Mientras tanto las oportunidades se pasan frente a tus ojos y merodean entre tus dedos sin que te decidas a cerrar el puño y tomarlas, se aburren pronto y desaparecen; aún de vez en cuando te visita alguna, con la esperanza de que hayas despertado. No es así. Tu mirada sigue perdida en aquel posible futuro lleno de perfección y felicidad que te inventaste para evadir la abrumadora o aburrida realidad que te rodea.

Lo patético ocurre cuando llega aquel momento tan esperado en el que hemos depositado tantas ilusiones y tanta fe. No pasó nada, nada cambió; peor aún, ni si quiera estás seguro de que algo pasó. Sólo se trató de una larga, larga espera ¿hacia qué?...

Un poco de vino para olvidar.


Eso que piensas que te va a liberar, te ata a una espera esclavizante. Actúa ahora y que venga lo que sea.

martes, 1 de diciembre de 2009

Nada basta

Hace tanto que no hay un motivo bastante para despertar de un sueño en el que no descanso. El fuego no logra abrasar ni el agua apagar la sed que no llega a matar esos días fatigosos que repiten su insuficiencia; tratando de luchar sin una verdadera volutad contra un dolor que no me puede hacer llorar y si lo hiciera no me llevaría a la paz, que se desgaja a cada instante hacia un caos que no acaba de estallar.
*
Quiero escapar. Y me invento otra realidad que no es lo bastante diferente a la cotidianidad que no llega a hacerme sentir vivo ni me logra matar; entonces lucho con todas mis fuerzas que no son suficientes para llegar a superficie y respirar un aire corrupto que no me puede rescatar, y aún si así fuese no me daría libertad, que se acerca a cada instante, mas no acaba de llegar...

domingo, 18 de octubre de 2009

Viene la noche

El viento que mueve las copas de los árboles trae jirones de pensamiento, siempre volátil; otras veces el viento lo sopla tan fuerte que se estrella en mácula de tinta que torpemente es plasmada y se vuelve indescifrable con el tiempo.
A veces siento que todos hablamos de lo mismo, que todos sabemos exactamente qué vivimos, en dónde está el problema y su solución; pero hay una especie de mutis, de parálisis.
Tabú es la verdad, eternamente impronunciable ante la flema de la percepción mundana que cierra nuestras gargantas y entorpece toda lengua; si acaso prevalece la esencia, pues la verdad sólo en esencia se muestra y al final no se sabe si fue verdad o fue espejismo.
Babel se irguió lo bastante y ese dios que construímos con la plasta malsana del orgullo se vuelve contra nosotros llenando la cabeza de quimera alucinante. Ya las lenguas se tuercen y los significados no tienen coherencia, igual que al repetir una palabra hasta el hartazgo. Ya los profetas de nuestros tiempos hablan y predican pero entre tantos gritos no se entienden, sólamente son unos locos a quienes nadie escucha, porque no es verdad lo que hablan, es esencia la verdad y quimera la palabra.




El viento trae a veces cielos de apocalípsis en alguna madrugada de domingo

domingo, 6 de septiembre de 2009

Nadie

No se despertó sobresaltado esa mañana.

No había tenido sueños que giraban en torno a las hipótesis que se había estado planteando los últimos días.

No estaba totalmente convencido de que su compañia de teléfono lo espiaba todo el tiempo.

No tenía teorías acerca de los sonidos extraños que su teléfono móvil producía cuando recibía o enviaba información al estar cerca de una bocina. No creía que cuando escuchaba estos sonidos y no había comunicación con alguien en específico, su compañia le espiaba y oía todo lo que él oía. Y lo almacenaba. Y lo procesaba.

No desayunaba mientras escuchaba la radio. No tenía preferencia por los programas políticos de tinte rojillo y progresista. No escuchó el característico sonido de transferencia de datos.

No compró el celular más pesado. No busco obsesivamente hasta encontrar al dueño de la compañia de teléfono. No lo siguió por días hasta saber de memoria su rutina diaria. No gastó mucho tiempo en urdir un plan...

No buscó estar en el punto más alto de un edificio mientras el dueño de la compañía de teléfono pasaría por ahí caminando.

No soltó su pesado celular en el momento preciso. El dueño de la compañia murió. No lo mató.

No cometió el crímen perfecto. Nadie lo vió todo.

Nadie era su mejor amigo.

jueves, 30 de abril de 2009

Sofoco

A este guerrero se le pudre el corazón en las manos. Se lo quiere entregar a alguien pero nadie lo recibe. Anda como un mendigo ofreciendo, él mismo se ha condenado a esto pero una vez abierto el tórax y empuñada la entraña sangrante no hay forma de regresar. Hay quien arguye que es demasiado noble para poder poseerlo, demasiado libre para domarse o demasiado simple para importar algo. Siempre es demasiado algo. Pero demasiado es el tiempo que ha pasado en las manos del guerrero, por eso se pudre y el guerrero lo presencia. Presencia cómo se mosquea de humo y su antaño color rojo de carbón encendido se ha empezado a transformar, se convierte en ceniza. Así se les pudre el corazón a los guerreros.
Parece que cada quien tiene un corazón ajeno en las manos, sólo él tiene el propio. Los corazones ajenos florecen y rebosan entre manos delicadas. Para él sólo restan miradas compasivas pero nadie está dispuesto a soltar lo que tiene por algo tan incierto como el corazón moribundo y quemante de un guerrero. Es bien sabido que los guerreros son seres de pensamiento incierto, con el guerrero nada es estable, con un guerrero nada es seguro.
Vacilante de su propia fe y su propia fuerza, yace de rodillas. Otros guerreros dignos, con el fuego del corazón bien guardado en el pecho no lo miran, no merece miradas.
Así pues, este guerrero contempla completo el panorama. El sofoco en sus propias manos y el desdén en las ajenas. Esperar hasta el fin o extinguirlo por voluntad y continuar el camino llenando el hueco con piedras...


Cuando el sol se ausenta, el viento sopla helado al interior de mi celda.