domingo, 4 de abril de 2010

El zafiro

Hubo una vez un bandido loco que nada tenia mas que un bastón, y las pocas pertenencias sin valor que colectaba eran piedras a la tierra robadas, que resplandecían como tesoros verdaderos, y como tesoros verdaderos las guardaba. Una vez en su camino tropezó con un zafiro que a gritos le pedía ser recogido, -sabes- le dijo -me siento tan sola aquí, me faltan amigos reales, todo parece artificial en mi mundo, llevo varada una eternidad, necesito piedras comunes para saber que estoy viva.
Era ciertamente hermosa aquella piedra y un loco, que solo sabía de piedras comunes y de andar por largos caminos, se sintió conmovido, y enamorado. Se inclinó de inmediato para rescatar al zafiro pero este estaba afianzado al una piedra mas grande. Trato entonces de sacarlo con un golpe de su bastón pero antes de eso le detuvo -¡No! tu golpe brutal me puede quebrar, soy frágil como el cristal y a esta piedra pertenezco, así que debes ser sensible y cavar hasta que encuentres la pieza completa de lo que soy y me lleves contigo para siempre.
El loco paso los días excavando para sacarlo y entre mas profundas conocía las raíces del zafiro, mas de éste se enamoraba. Pasaba sus noches contándole aventuras y sueños, y prometiéndole caminos llenos de novedad y belleza.
Al no tener herramientas, usó el bastón para cavar y las demás piedras que parecían poca cosa frente a una realmente preciosa, fueron también herramienta ante la tarea de fuerza, cuñas para empujar la piedra que se empezaba a revelar enorme. Los días pasaban con el sol a la espalda y las noches en vela fueron eternamente heladas; sus rodillas dolían y sus dedos sangraban pero el zafiro y su belleza le llenaban de esperanza.
Al paso de los días las otras piedras cedieron, la dureza del zafiro las desmoronaba, el baston de madera, compañero de andanza, con el tiempo se deshizo.
Al final acabo cavando con sus propias manos. Llego el día en que la piedra completa se vio liberada y ese mismo día quizo cargarla a su espalda para comenzar la jornada pero una vez mas le detuvo -en este tiempo de conocerte, te he descubierto, tu eres un bandido y me quieres tan solo por la apariencia con que me conociste, aléjate de mí, eres vulgar como el resto.
Y hallóse el bandido una vez más solo, con las manos vacías, destruidas y enmedio de un camino que nunca antes le había parecido tan árido y desolado.

2 comentarios:

Belle dijo...

Me pone muy triste leer esto. Lo siento tanto...
Quisiera decirte tantas cosas pero creo que no quieres escucharme.

Yo estoy aquí. Siempre.

Poyo Skalari dijo...

"Miro a veces el fondo de los ojos de un gato. El animal domesticado ha adquirido al precio de su ingenuidad elemental la facultad de dirigirnos esa mirada, a nostros, que ya no somos animales. La mirada de ese gato iluminada al contacto con la mía, me pregunta:
¿Es verdad que te interesas en mí?
¿Es que existo para tí?
¿Es que existo?"
No sé por qué, pero lo relacioné con tu texto...melancólico, pero dulce...
Un beso ♥