viernes, 10 de julio de 2009

Tiempos obscuros.

Ya en su lecho de muerte, con las palabras contadas, con la garganta seca y rasposa como su cueva; el escultor se dirigió a su última y hermosa hija, la única que había permanecido a su lado, y le dijo:

...Últimamente he sentido los tiempos obscuros. Tremores terráqueos. Terror colectivo. Parece que tiembla pero es un mareo. Eso es lo que piensa la gente corriente. ¿La gente corriente? Corriente de prisa. Que actúa y que no piensa. Que viaja sin rumbo. Es un sinsentido que los alimenta. Desboca en excesos hasta que revientan. Y de entre sus restos la carroña brota. Los buitres robaron las joyas que ostentan. Parásito humano que les representa. Mas no habla por todos. Están los que crean. De entre los osados destaca el que piensa, el que usa su fuerza con plena conciencia, que ante el desafiante usa la paciencia, ante el enemigo la nobleza y al aliado fiel sus favores presta. Sin embargo falta ese que se esfuerza. El grito valiente con rostro presente, que digno y seguro denote protesta. Y si es en común la bandera que ondea; que sienta el soporte del que condescienda. Pero en estos tiempos lo inseguro reina. Indecisos guerreros de salir de sus cavernas. Con oído atento la señal se espera, mas se desconoce si es que una existiera...

Pero las estatuas no oyen, y si lo hacen no comprenden, y si lo hacen, prefieren callar. Entonces las palabras se disuelven en el viento y son atrapadas en desorden por alguien destinado a malentenderlas.

La verdad es un instante, si la tratas de plasmar nadie la entenderá y tal vez lo llamen arte.

viernes, 15 de mayo de 2009

Destructor

He visto lo pusilánime de tu existencia, he visto lo sacro olvidado y pisoteado y a la violencia en un altar de inmundicia. Los cambios de dirección que sigues sin llegar a ninguna parte, el sinsentido de todo tu entorno.
He visto tus montañas de riqueza y tus montañas de cadáveres en putrefacción que tratas de ocultar con adornos y dirigiendo la atención hacia otro punto. A mí no me engañas, yo lo veo todo.
He visto a tus ojos hacer en una fracción de segundo todo tipo de ademanes que delatan tu verdadera escencia, te he visto mentir sin miramientos. Te he visto esconderte detrás de tus excesos para ser quien no eres. Te he visto estar inconforme con todo lo que tienes. Te he visto deprimido sin razón alguna. Te he visto tratar tu vida, lo más valioso que tienes, sin respeto. Te he visto arruinar otras vidas con una ofensa o una acción. Sé cuando notas que estás haciendo algo mal y aun así prefieres fingir que no te percataste. Sé que a veces deseas no haber nacido porque estás sumido en el sinsentido de tu entorno. Estúpido. No te das cuenta que todo lo tienes y sabes desde la raíz misma de tu energía. Pero eres un desperdicio. Me das asco. Me das asco hasta el punto de la náusea.

Te hago saber todo esto porque parece que tú no lo notas y porque quiero que lo recuerdes cuando vomite mi odio de fuego sobre tu cabeza y te sientas miserable; cuando te ahorque una y otra vez para que sientas la desesperación de morir y no poder morir. Quiero que lo recuerdes en el momento en que me veas, en el momento en que veas lo atroz en su más espléndido vestido. Y que sepas sin dudar que soy yo:

Tu destructor.

Todo está tan podrido y me siento tan sucio... Quiero destruir.

domingo, 3 de mayo de 2009

Existir

Siempre hay en mí al menos dos conciencias antagónicas en eterna pugna. A veces un día sucede al otro por mera inercia y sólo veo pasar de largo los acontecimientos y el tiempo me arrastra, como en tercera persona; en esas ocasiones no encuentro sentido, todo ocurre más rápido de lo que puedo reflexionarlo. Otras veces cada día es una intensa situación llena de cosas qué aprender, siento cada latido lleno de fuerza llevando la vida por todo mi cuerpo, hago más de lo que creo que puedo hacer y disfruto cada cosa, pero esto sólo pasa cuando mantengo los ojos abiertos y la voluntad bien aferrada al nudo del puño. Contadas ocasiones.
Relaciono estos dos polos con un yin-yang, ambos con una pequeña porcion del opuesto: la fuerza que no te deja caer hasta rendirte y la sombra de la incertidumbre que abruma hasta el mejor momento. Respectivamente.
Estos son sólo dos de los muchos polos que encuentro en mí, pero creo que son compartidos por todos. Altas y bajas que finalmente son parte del todo. Encantadores sinsabores de la vida.

jueves, 30 de abril de 2009

Sofoco

A este guerrero se le pudre el corazón en las manos. Se lo quiere entregar a alguien pero nadie lo recibe. Anda como un mendigo ofreciendo, él mismo se ha condenado a esto pero una vez abierto el tórax y empuñada la entraña sangrante no hay forma de regresar. Hay quien arguye que es demasiado noble para poder poseerlo, demasiado libre para domarse o demasiado simple para importar algo. Siempre es demasiado algo. Pero demasiado es el tiempo que ha pasado en las manos del guerrero, por eso se pudre y el guerrero lo presencia. Presencia cómo se mosquea de humo y su antaño color rojo de carbón encendido se ha empezado a transformar, se convierte en ceniza. Así se les pudre el corazón a los guerreros.
Parece que cada quien tiene un corazón ajeno en las manos, sólo él tiene el propio. Los corazones ajenos florecen y rebosan entre manos delicadas. Para él sólo restan miradas compasivas pero nadie está dispuesto a soltar lo que tiene por algo tan incierto como el corazón moribundo y quemante de un guerrero. Es bien sabido que los guerreros son seres de pensamiento incierto, con el guerrero nada es estable, con un guerrero nada es seguro.
Vacilante de su propia fe y su propia fuerza, yace de rodillas. Otros guerreros dignos, con el fuego del corazón bien guardado en el pecho no lo miran, no merece miradas.
Así pues, este guerrero contempla completo el panorama. El sofoco en sus propias manos y el desdén en las ajenas. Esperar hasta el fin o extinguirlo por voluntad y continuar el camino llenando el hueco con piedras...


Cuando el sol se ausenta, el viento sopla helado al interior de mi celda.

lunes, 4 de agosto de 2008

S

Mi respiración es agitada mientras te observo por la puerta entreabierta, no has notado que ahí estoy.
Tu cabello rizado y húmedo cae sobre tus hombros desnudos, te miras al espejo como fascinada por tu propia belleza, de verdad lo eres, yo también estoy fascinado por tu perfección, por tu perfecta desnudez.
Tomas ese vestido azul con un gran escote en la espalda y sin más, te lo pones. Sigues admirando tu reflejo y es entonces cuando yo aprovecho para entrar y, sigilosamente, acercarme, me agacho para que el espejo no me delate.
Espero unos segundos y toco con mi lengua el último tramo de piel antes que el escote termine, das un pequeño reflejo de susto pero no volteas, sabes que soy yo. Recorro tu espina dorsal disfrutando cada perfumado centímetro de tu piel. No veo tu cara, pero sé que sonríes. Cuando llego a tu cuello ahí me detengo para besarlo y mis manos acarician tu cintura hasta que la he rodeado con mis brazos. Miro al espejo y busco tus ojos suavemente cerrados y tu boca entreabierta. Mi mano izquierda se posa en tu vientre y la derecha sube lentamente palpando el vestido que te queda como una segunda piel.
Te volteo para sentir tus latidos junto a mi pecho, para besar tu boca despacio, como nos gusta. Mis manos ahora están en la tersura de tu espalda fresca, tu cintura y tus caderas.
Me aflojo la corbata y me quito la camisa, te aprieto contra mi con la derecha y con la izquierda te acaricio el cabello por la nuca.
Empiezo a desabrochar tu vestido, lo voy bajando despacio... y ahí está de nuevo... esa perfecta desnudez.
Sin dejar de besarte te recuesto de espaldas en la cama y comienzo a bajar besando y lamiendo tu cuello, entre tus senos, tu abdomen, tu vientre, paso por tu ombligo y sigo bajando pero esta vez más lento. Puedo sentir con mis labios las palpitaciones cada vez más agitadas de tu corazón. Flexionas las rodillas y me das acceso a ti. Me pierdo ahí un tiempo que es y deja de ser. Continúo mi camino, tus muslos, tus pantorrillas, no dejo algo sin probar... tus pies, una lamida a cada planta, no veo tu rostro pero sé que sonríes.
Vuelvo a subir para ver tu cara y besarte pero te has ido, de pronto ya no estás y el entorno es gris y absurdo...
Todo pasa demasiado pronto y abro los ojos para mirar el techo y darme cuenta que estoy solo en mi cama y que todo fue un sueño...

Eso eres por ahora, un sueño y cuando despierte espero verte ahí...