domingo, 6 de septiembre de 2009

Nadie

No se despertó sobresaltado esa mañana.

No había tenido sueños que giraban en torno a las hipótesis que se había estado planteando los últimos días.

No estaba totalmente convencido de que su compañia de teléfono lo espiaba todo el tiempo.

No tenía teorías acerca de los sonidos extraños que su teléfono móvil producía cuando recibía o enviaba información al estar cerca de una bocina. No creía que cuando escuchaba estos sonidos y no había comunicación con alguien en específico, su compañia le espiaba y oía todo lo que él oía. Y lo almacenaba. Y lo procesaba.

No desayunaba mientras escuchaba la radio. No tenía preferencia por los programas políticos de tinte rojillo y progresista. No escuchó el característico sonido de transferencia de datos.

No compró el celular más pesado. No busco obsesivamente hasta encontrar al dueño de la compañia de teléfono. No lo siguió por días hasta saber de memoria su rutina diaria. No gastó mucho tiempo en urdir un plan...

No buscó estar en el punto más alto de un edificio mientras el dueño de la compañía de teléfono pasaría por ahí caminando.

No soltó su pesado celular en el momento preciso. El dueño de la compañia murió. No lo mató.

No cometió el crímen perfecto. Nadie lo vió todo.

Nadie era su mejor amigo.